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Con ágave, enebro y alstroemerias


El enebro aparece de forma recurrente  en muchas leyendas religiosas. Los enebros eran sagrados para los antiguos germanos, que utilizaban sus ramas en el culto a sus dioses y también en sacrificios y cremaciones. En la Edad Media, se colocaban ramas de enebro en las puertas como protección contra las brujas, y se creía que al quemar enebro se alejaba a serpientes y reptiles.
El aroma y la potencia como especia dependen del contenido de aceites esenciales. Cuanto más al sur crezca el enebro, más intenso será su aroma. Las enebrinas huelen un poco a resina y a abeto, y tienen un sabor ligeramente amargo y muy aromático. El fuerte sabor a bosque y a campo se debe al elevado contenido de aceites esenciales, resinas, principios amargos, taninos y azúcar.
No se debe abusar del enebro, y no solo por que tenga un sabor muy intenso. Según la clasificación toxicológica, tanto las hojas como las bayas son “ligeramente tóxicas”. No obstante, y aunque hay que evitar su consumo en grandes cantidades, usado con moderación puede ser incluso beneficioso para la salud. Las enebrinas favorecen la digestión y por eso se emplean para condimentar platos muy pesados.


2 comentarios:

  1. Me parece precioso!!!! con mucha fuerza y elegancia... las flores le dan delicadeza y el agave hace de la composición algo tan original... el recipiente increible ...con el rojo de fondo...felicidades...Vicki

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  2. Una creación muy bonita, creo que el agave le da mucha fuerza.
    Un abrazo.

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