Origen e historia


El origen del ikebana se sitúa en el siglo VI, cuando el Budismo llego a Japón, desde China,  a través de India y Corea. La interacción entre las religiones sintoísta y budista contribuyeron a la aparición del ikebana en Japón. El sintoísmo es la antigua religión japonesa de adoración a la naturaleza, creían que los espíritus residían en los elementos naturales, como las montañas, las rocas o los árboles. Los sacerdotes sintoístas entregaban ofrendas de ramas perennes, como el pino, en los lugares sagrados.
Los sacerdotes budistas realizaban ofrendas florales (Kuge), en los templos, a la imagen de Buda. La ramas colocadas verticalmente en un jarrón de cuello estrecho se colocaban sin ningún estilo o forma. Poco a poco, se van trasformando en conjuntos más complejos.
Los arreglos florales de origen religioso se comienzan a gastar como adorno en los palacios feudales y su ubicación demanda un lugar especial , primeramente fue una pared entre dos columnas pero pronto se dedicó un espacio propio con el nombre de tokonoma, elevado ligeramente del suelo y en el se que muestran otros elementos artísticos : pinturas en rollo, bonsáis…, todavía está presente en la casa japonesa actual.
A partir del siglo XIV los artistas japoneses comienzan a interesarse por esta práctica y la secularizan, dándole reglas bien definidas y dotándola de nuevos simbolismos. 
La primera evidencia de un estilo más trabajado se muestra en el libro más antiguo de ikebana, "Kao Irai no kadensho" ( 1486).
Surge posteriormente, la escuela Ikenobo, la más antigua de todas, que toma nombre de su fundador: Ikenobo Senno, en 1542 escribe su manuscrito "Senno Kuden"
Las  formas evolucionaron hacia un estilo llamado rikka, literalmente “flores de pie”, creado por monjes budistas de la escuela Ikenobo.
Rikka. Imago Sugata
Esta elaborada forma de arte, se realizaba en floreros de bronce altos, y para ello era necesario tener una habilidad técnica muy alta. La rama principal, que era el símbolo del cielo o la verdad, era habitualmente asimétrica, y se doblaba hacia la derecha o la izquierda antes de que su punta superior volviese al eje vertical central.
De la masa central, el centro de una esfera imaginaria, emergían numerosas ramas, cada una con su significado simbólico y su función decorativa propios. Estas ramas, y también las flores, señalaban hacia el cielo para indicar la fe.
De manera global, un trabajo de rikka era un microcosmos que representaba todo el universo a través de la imagen de un paisaje.
Las características principales: asimetría, simbolismo y profundidad espacial, sirvieron para ejercer una fuerte influencia en desarrollos posteriores.
En marcado contraste con rikka, encontramos el austero chabana, literalmente “flores de té”, tuvo su origen como parte de la ceremonia del té (chanoyu) en el siglo XVI. Compuesto por una o dos flores o ramas colocadas en un pequeño recipiente, chabana, se convirtió en la base de un estilo espontáneo llamado nageire, que significaba “tirarlo dentro”, y en el que las flores o las ramas se ponían en un florero alto y se empleaban medios técnicos sutiles para producir una evocación sencilla y poética de la belleza natural.
Rikka y nageire definen una especie de contrapunto en la historia posterior del ikebana. Por una parte, se ponía énfasis en la técnica elaborada, el tamaño grande, el simbolismo y los estilos fijos.
Por otra, había espontaneidad, simplicidad y respeto por las características naturales de los propios  materiales. La tensión existente entre los dos estilos llevaría a todas las innovaciones futuras del arte.
Es la época que la cultura japonesa llega a su alto grado de refinamiento. Se realizan certámenes de arreglos florales con gran afluencia de público y el ikebana se separa de la religión y se transforma en un arte decorativo.

Durante el periodo Edo (1603–1868), Japón disfrutó de paz interna y crecimiento económico estable. El Ikebana, en otro tiempo exclusivo de los monjes budistas y miembros de la corte y la aristocracia, pasó a ser practicado por comerciantes adinerados y muchos samuráis, estos últimos como contrapunto a la batalla, cultivaban  esta  disciplina de concentración, introspección y desarrollo de su sensibilidad.
Durante este periodo, el estilo rikka se hizo más estricto y formal, y entonces emergió y ganó cada vez más popularidad un estilo más sencillo llamado seika o shoka , que significa literalmente “flores vivas”. El estilo seika, aunque seguía siendo más bien formal, empleó una composición de tres ramas basada en un triángulo asimétrico, o escaleno.
Muchas otras escuelas promocionaron sus propias versiones, pero las tres ramas de la composición empezaron a ser conocidas como ten (cielo), chi (tierra) y jin (ser humano) respectivamente. Las variaciones de esta forma se han convertido en la base de la enseñanza del ikebana, hasta en las escuelas más modernas.
Otra novedad de este periodo fue la aparición de arreglos intelectuales (bunjinbana), los cuales reflejaron las sensibilidades de los eruditos y pintores chinos. Los arreglos bunjin-bana japoneses tuvieron una influencia muy fuerte sobre el estilo nageire derivado del chabana. Como el bunjin-bana fue practicado como una forma de expresión personal, los arreglos tenían un carácter poco convencional y despreocupado, algo muy diferente de la austeridad de las casas del té, o de la formalidad del rikka o seika.
Susuki Harunobo
A mediados del periodo Edo (siglo XVII aprox.), se funda la Escuela Enshu por un líder artístico de la época, Lord Kobori Enshu, persona culta y polifacética: arquitecto, diseñador de jardines, ceramista, calígrafo, etc
El estilo de la Escuela Enshu  se difunde rápidamente.Las lecciones y aprendizaje se basaban en la rigurosa observación del maestro.


La fama que adquiere la Escuela Enshu se percibe de manera notable en los grabados y estampas japonesas a color de Ukiyo-e , "pinturas del mundo flotante" o estampa japonesa. 
Es un género de grabados (realizados mediante xilografía o técnica de grabado en madera) producidos en Japón entre los siglos XVII y XX, entre los que se encuentran imágenes de la vida cotidiana y que por su producción de mayor tirada, pasan a ser más asequibles. La mayoría de los ikebanas pintados en los grabados de Ukiyo-e, eran de esta escuela; el estilo Enshu se divulga y difunde ampliamente por todo el país.
La incorporación de la mujer también es un dato a destacar. Fue en el s. XIX, cuando la mujer empezó a practicar el ikebana. Hasta entonces,  este arte era exclusivo de nobles, sacerdotes o guerreros, en detrimento del resto de la población.
1890. Mujeres practicando ikebana
La apertura de Japón a la influencia occidental desde comienzos de la era Meiji (1868–1912) trajo grandes cambios en todos los aspectos de la vida nacional. En el ikebana, el estilo llamado moribana, literalmente “flores apiladas”, creado por Ohara Unshin (1861–1916), fundador de la escuela Ohara, revolucionó totalmente el arte.
Mientras que en todos los estilos tradicionales, los materiales eran reunidos para salir del recipiente por un solo punto, Ohara usó varias clases de apoyos para poner las plantas cortadas sobre una superficie extendida. Utilizó recipientes poco profundos llamados suiban, literalmente “cuencos de agua”. Esto permitió el uso de nuevos materiales importados que antes no podían adaptarse a los estilos tradicionales. 
También se pudieron crear estilos de paisajes, shakei, que representaban escenas de la naturaleza de una forma naturalista, en lugar de simbólica.
Las innovaciones continuaron con la aparición de muchas otras escuelas modernas.  Teshigahara Sofu (1900–1979), fundador de la escuela Sogetsu, promocionó el ikebana como arte moderno que debía alentar la expresión libre y creativa. Además, las escuelas tradicionales, como Ikenobo, al mismo tiempo que mantenían sus propios estilos clásicos y creaban versiones modernas de rikka y seika, añadieron conceptos más recientes a sus planes de trabajo, incluyendo moribana.
Tras la segunda guerra mundial, el ikebana comenzó a ser considerado como arte y empezaron a aparecer obras "vanguardistas", combinando materiales no orgánicos. Surge el Jiyuka, el estilo libre que no sigue las reglas tradicionales.
El ikebana actual está dominado por tres grandes escuelas –Ikenobo, Ohara y Sogetsu– cada una de las cuales afirma tener más de un millón de miembros, pero también hay miles de otras escuelas grandes y pequeñas. Las principales escuelas han establecido sucursales y grupos de estudio en todo el mundo, e Ikebana Internacional, es una organización que aglutina numerosas escuelas, fue fundada en 1956 y promociona el arte a escala global.

En Japón, mucha gente que no está afiliada a ninguna escuela específica practica Ikebana como parte íntima de su vida privada. Los arreglos decoran las casas durante todo el año, y hay materiales específicos asociados con fiestas y ocasiones especiales.

El pino, que simboliza la eternidad, es el material preferido para el Año Nuevo, y va acompañado tradicionalmente por el bambú, para añadir la flexibilidad de la juventud, y ramas de albaricoquero en flor, que dan la serenidad de la edad madura
El 3 de marzo, para la Fiesta de las Muñecas (Hina Matsuri), también conocida como Fiesta de las Niñas, junto con las muñecas tradicionales se exponen ramas de melocotonero en flor. Los iris japoneses, que simbolizan la masculinidad, se exponen el 5 de mayo, Día de los Niños, y el bambú es parte de las decoraciones de Tanabata, la Fiesta de las Estrellas, el 7 de julio. 
Tanabata Festival

1 comentario:

  1. Que historia más bien contada!!!!! me encantaría memorizarla palabra a palabra fotos y láminas de premio gracias por compartirlo...vicki

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